Es un hecho plenamente demostrado ya, que Alfonso I de Asturias, a raíz de las conquistas abundantes y frecuentemente audaces que hizo por estos parajes nuestros, aprovechando la difícil situación en que el hambre y las rivalidades ponían al pueblo musulmán, se apoderó de estas tierras de la meseta Norte del Duero. Con ello su pequeño reino asturiano alcanzaba unas dimensiones que difícilmente podría sostener y extendía sus dominios a unas regiones, a las que le era imposible atender. Por eso, como acertada medida política -aunque a la larga resultase nefasta para estas tierras- “despobló los Campos que llaman Góticos hasta el río Duero”, según nos dice la Crónica Albeldense.

... a lo largo de cien años interminables, mientras transcurrían tres generaciones muy amplias, todas nuestras tierras -entre ellas toda la Somoza, con la misma ciudad de Astorga incluida- dejaron de existir prácticamente y quedaron en el mayor abandono, después de ser -al menos en el caso de Astorga y de alguna otra fortaleza- sistemáticamente destruidas y muertos o retirados sus habitantes.

Esta despoblación de Alfonso I de Asturias tuvo lugar aproximadamente en el año 750. A partir de aquí Astorga y sus tierras -sin excluir la Somoza- se convirtieron en “desierto”, según la expresión que utilizan tanto los autores cristianos como los árabes, y quedaron abandonadas, vacías, sin gentes y sin vida, hasta que en el año 853 -un siglo largo más tarde- el rey Ordoño I, confiando esta misión a su próximo pariente el conde Gatón, decidió repoblarlas de nuevo.

... durante todo ese siglo, no tenemos ni un solo documento, ni una referencia mínima, ni siquiera un nombre de obispo o de otra persona cualquiera que habitase por aquí. Es un siglo entero sin conocimientos, sin datos, sin vida. Un siglo, como dije antes, de vacío absoluto y total.

Y cuando, pasado ese larguísimo lapso de tiempo, se hizo la repoblación, en estos campos se asentaron gentes completamente nuevas. Tres generaciones largas, transcurridas durante todo ese tiempo, hicieron que, si alguien quedaba de los descendientes de los antiguos pobladores, se sintieran ya tan desligados de estas tierras, que éstas no significaban nada para ellos. Los repobladores fueron gentes nuevas que vinieron del Bierzo, de Asturias, y de Galicia y de tierras del Sur.

Nos lo aseguran los escritos de entonces que han llegado hasta nosotros. “Entonces -dicen las viejas crónicas- repobló (Ordoño I) las ciudades desiertas, de las cuales el primer Alfonso había arrojado a los caldeos, es decir Tuy, Astorga, León y Amaya”. La primera redacción del cronicón de Alfonso III especifica que rodeó de muros estas ciudades, que puso en alto las puertas y que las llenó de gentes suyas en parte y en parte de emigrados de España, es decir de Al-andalus ...”

Así volvía, después de tanto tiempo de silencio y de olvido -mejor diríamos, de muerte- nuestra comarca a la vida. Pero sus habitantes eran completamente diferentes: Sus antiguos moradores habían desaparecido y los que ahora se aposentaban por aquí eran bercianos, asturianos, gallegos y mozárabes venidos del Sur.

Augusto QUINTANA PRIETO

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Los Maragatos y su tierra. Gráficas Cornejo. Astorga, 1978. Páginas 53 y ss.