En el muro frontal de la parte mas exterior de este lateral, se representan tres virtudes que caracterizan tres grandes aspiraciones, quizás las mayores, de cualquier pueblo y sociedad: Paz, Justicia y Verdad. La intención de representar estas tres virtudes es para expresar que sin ellas no se da verdaderamente una sociedad humana digna, justa y de progreso. Ninguna de estas tres virtudes puede darse sin las otras, la paz es, o debe ser, fruto de la verdadera justicia, y ésta es imposible sin la verdad. Su representación son alegóricas figuras femeninas y en la línea iconológica clásica.
La aceptación de las relaciones sociales y su observancia deben ser consideradas por todos como uno de los principales deberes del hombre contemporáneo ... Ello es imposible si los individuos y los grupos sociales no cultivan en sí mismos y difunden en la sociedad las virtudes morales y sociales. (G.S.30).
La verdad.
No rara vez, sin embargo, ocurre que yerre la conciencia por ignorancia invencible, sin que ello suponga la pérdida de su dignidad. Cosa que no puede afirmarse cuando el hombre se despreocupa de buscar la verdad y el bien y la conciencia se va progresivamente entenebreciendo (G.S.16) ... En todo el mundo crece más y más el sentido de la autonomía y al mismo tiempo de la responsabilidad, lo cual tiene enorme importancia para la madurez espiritual y moral del género humano. Esto se ve más claro si fijamos la mirada en la unificación del mundo y en la tarea que se nos impone de edificar un mundo mejor en la verdad y en la justicia. (G.S.55).
La figura alegórica de la verdad se sitúa en la parte inferior derecha de la composición, vestida de blanco, significando limpieza y claridad, y sedente, alza la mirada junto con el brazo y mano derecha abierta hacia el sol, para significar que es amiga de la luz, mientras en su mano izquierda nos muestra un libro abierto para indicarnos que no tiene nada que ocultar. En el sentido cristiano, esta virtud conduce a la Verdad plena que es Cristo. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad; todo el que es de la verdad escucha mi voz (Jn.18,37).
La justicia.
La igual dignidad de la persona exige que se llegue a una situación social más humana y más justa. Resulta escandaloso el hecho de las excesivas desigualdades económicas y sociales que se dan entre los miembros o los pueblos de una misma familia humana. Son contrarias a la justicia social, a la equidad, a la dignidad de la persona humana y a la paz social e internacional (G.S.29) ... El deber de justicia y caridad se cumple cada vez más contribuyendo cada uno al bien común según la propia capacidad y la necesidad ajena, promoviendo y ayudando a las instituciones, así públicas como privadas, que sirven para mejorar las condiciones de vida del hombre (G.S.30) ... Para satisfacer las exigencias de la justicia y de la equidad hay que hacer todos los esfuerzos posibles para que, dentro del respeto a los derechos de las personas y a las características de cada pueblo, desaparezcan lo más rápidamente posible las enormes diferencias económicas que existen hoy, y frecuentemente aumentan, vinculadas a discriminaciones individuales y sociales ... La justicia y la equidad exigen también que la movilidad (del desarrollo económico), la cual es necesaria en una economía progresiva, se ordene de manera que se eviten la inseguridad y la estrechez de vida del individuo y de su familia (G.S.66). Para que la cooperación ciudadana responsable pueda lograr resultados felices en el curso diario de la vida pública, es necesario un orden jurídico positivo que establezca la adecuada división de las funciones institucionales de la autoridad política, así como también la protección eficaz e independiente de los derechos. Reconózcanse, respétense y promuévanse los derechos de las personas, de las familias y de las asociaciones, así como su ejercicio, no menos que los deberes cívicos de cada uno. (G.S.75).
La figura alegórica de la justicia centra la composición entre la verdad y la paz. Se sitúa erguida, vestida con túnica blanca y manto rojo, y se acompaña con los signos más comunes en su iconología: cegada la vista para no hacer acepción de persona, sujeta la espada con la mano derecha como signo de la administración y ejecución de su poder, y con la izquierda porta la balanza, signo de la equidad y justa medida que tiene que tener la recta y verdadera justicia, que da a cada uno lo que le corresponde por sus obras. Que me pese Dios en la balanza sin trampa y comprobará mi honradez. (Job.31,6).
La paz.
La universal familia humana ... no se puede llevar a cabo la tarea que tiene ante sí, es decir, construir un mundo más humano para todos los hombres en toda la extensión de la tierra, sin que todos se conviertan con espíritu renovado a la verdad de la paz ... Por esto el Concilio, al tratar de la nobilísima y auténtica noción de la paz ... hace un llamamiento a los cristianos para que con el auxilio de Cristo, autor de la paz, cooperen con todos los hombrea a cimentar la paz en la justicia y el amor y a aportar los medios de paz (G.S.77). La paz no es la mera ausencia de la guerra, ni se reduce al solo equilibrio de las fuerzas adversarias, ni surge de una hegemonía despótica, sino que con toda exactitud y propiedad se llama “obra de la justicia” ... Esta paz en la tierra no se puede lograr si no se asegura el bien de las personas y la comunicación espontánea entre los hombres de sus riquezas de orden intelectual y espiritual. Es absolutamente necesario el firme propósito de respetar a los demás hombres y pueblos, así como su dignidad, y el apasionado ejercicio de la fraternidad en orden a construir la paz, así, la paz es también fruto del amor, el cual sobrepasa todo lo que la justicia puede realizar. (G.S.78).
La alegoría de la paz se sitúa en la parte superior de la composición, por encima de la justicia. su manto es blanco, color propio con que la viste la iconología, pero su túnica es amarilla (oro) para significar la luz de Dios, que infunde siempre la paz, así ayudamos al equilibrio cromático de la composición con respecto a su correspondiente el lateral paralelo, es decir, la alegoría de la fe. En su mano izquierda porta el ramo de olivo, signo de paz, también es signo de amor universal en algunas antiguas culturas, alza su brazo izquierdo para elevar a la paloma bíblica que anunció a Noé el fin del diluvio y que en nuestro siglo ha adquirido protagonismo principal para simbolizar la paz. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. (Mt.5,9).
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