Foto Roberto CabezasLas figuras representadas en este tramo de muro corresponden a la de una familia formada por los esposos y tres hijos. He escogido este tema, considerando que es importante para entender la Iglesia. La fidelidad matrimonial es la figura utilizada para expresar la unión de Cristo con la Iglesia, y la misma familia en si, es calificada por el Concilio como iglesia doméstica y fuente de la existencia de los hijos, de la sociedad y de la Iglesia universal.

Los cónyuges cristianos, en virtud del sacramento del matrimonio, por el que significan y participan en el misterio de unidad y amor fecundo entre Cristo y la Iglesia, se ayudan mutuamente a santificarse en la vida conyugal y en la procreación y educación de la prole, y por eso poseen su propio don, dentro del Pueblo de Dios, en su estado y forma de vida. De este consorcio procede la familia en la que nacen nuevos ciudadanos de la sociedad humana, quienes, por la gracia del Espíritu Santo, quedan constituidos en el bautismo hijos de Dios, que perpetuarán a través del tiempo el Pueblo de Dios. En esta especie de Iglesia doméstica lo padres deben ser para sus hijos los primeros predicadores de la fe, mediante la palabra y el ejemplo, y deben fomentar la vocación propia de cada uno, pero con un cuidado especial la vocación sagrada. (L.G.11).

En ella el apostolado de los laicos halla una ocasión de ejercicio y una escuela preclara si la religión cristiana penetra toda la organización de la vida y la transforma más cada día. Aquí los cónyuges tienen su propia vocación: el ser mutuamente y para sus hijos testigos de la fe y del amor de Cristo. La familia cristiana proclama en voz muy alta tanto las presentes virtudes del reino de Dios como la esperanza de la vida bienaventurada. De tal manera, con su ejemplo y su testimonio arguye al mundo de pecado e ilumina a los que buscan la verdad. (L.G.35).

Se caracteriza este grupo figurativo con simbolización sencilla, situando las figuras de los esposos a la misma altura y unidos, para significar su unión y fidelidad matrimonial. Delante de ellos sus hijos en distintos planos, pero poco señalados para no perder la sensación de unidad. El pequeño en brazos de la madre, mientras el padre situado levemente detrás de la esposa, está abarcándola por el hombro con su brazo derecho para significar la protección de los dos sobre el más pequeño. Delante de ellos y en plano inferior se sitúan los otros dos, el niño mayor con el libro, para indicar la preocupación familiar por la formación, la niña con la pelota para indicar el aspecto lúdico y el juego.


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