Valga como introducción esta pequeña nota biográfica tomada del libro de Martín Martínez, Autores Astorganos1:

Domingo Franco Botas. Rabanal del Camino, 1855 - Astorga, 3.I.1899. Médico.

Padre de Gabriel Franco, fue un conocido médico en la ciudad que ejerció como tal en el servicio de la Beneficencia Municipal y su partido médico, cargo que compartió en diferentes años con Ramón Gil, Luis Luengo, Eduardo Aragón o Enrique Alonso Goy. Así mismo ejerció en el Hospital de San Juan hasta su fallecimiento, puesto que pasó a ocupar don Eduardo Aragón. Sus estudios de segunda enseñanza como algunos de sus colegas citados los realizó en el Seminario de Astorga a partir de 1867 para seguir después, la carrera de Medicina.

En fecha que no hemos podido precisar, Franco Botas, por encargo de la Junta de Sanidad escribió un folleto que se envió al ministerio de la Gobernación dando cuenta de la situación sanitaria de la ciudad. En ese opúsculo denunciaba las carencias de la ciudad como la falta de desagües y existencia de pozos negros, aguas estancas, viviendas hacinadas y mal ventiladas. Recomienda la construcción de alcantarillado y la utilización, como se hizo, de las cloacas romanas descubiertas en aquellas fechas.

26-05-1899. Heraldo Astorgano, número 42. La higiene en Astorga.

Siendo ministro de la Gobernación el Sr. Aguilera2 ordenó a las Juntas de Sanidad de todas la Capitales de partido que redactasen una Memoria, dando detallada cuenta de las causas que directa o indirectamente contribuyeran a alterar la salud del vecindario, debiendo abrazar también aquella otros puntos relacionados con la higiene de las poblaciones y sobre los que pedía contestación el referido Ministro.

La Junta de Sanidad de esta localidad confió la redacción de la citada Memoria al difunto y reputadísimo Médico de Beneficencia municipal, Don Domingo Franco Botas, el cual cumplió su cometido tan a satisfacción de la Junta de Sanidad, que por iniciativa de ésta el Ayuntamiento acordó costear la publicación de la Memoria del Sr. Franco, cuyo acuerdo no hemos tenido el gusto de ver ejecutado.

Nosotros, rindiendo un tributo de admiración al inolvidable amigo, y deseando contribuir con nuestras escasas fuerzas a que el Municipio mire con mayor interés todo cuanto se relaciona con la higiene pública, fuente inagotable de inefables placeres, vamos a publicar los párrafos de la Memoria, que no han perdido aún su oportunidad.

Causas que directa o indirectamente pueden contribuir a alterar la salud de este vecindario:

En primer término el clima seco, frío y en extremo variable en todas las Estaciones del año, exceptuando el Otoño. Los cambios de temperatura son súbitos y tienen lugar no solamente con intervalos de pocos días, sino que también en un mismo día y con intervalos de pocas horas. Claro es que el organismo no puede permanecer indiferente a estos destemples del tiempo, porque aún cuando posee medios fisiológicos para habituarse, adaptarse al medio externo y resistir temperaturas extremas, carece de recursos biológicos bastantes para sufrir a cada momento las variantes de este cruel clima.

No influye de una manera menos poderosa la humedad del subsuelo, explicable porque la población carece de medios de desagüe, resultando que las aguas sobrantes de las fuentes públicas y usos domésticos, como las procedentes de las excreciones de personas y animales, se infiltran en el terreno, y no solo se satura éste de agua, sino que también tiene que cargarse de los gérmenes resultantes de la descomposición pútrida de las materias orgánicas que aquellos fluidos llevan en suspensión.

La deficiencia de policía urbana es causa de insalubridad y en este sentido no podemos menos de protestar contra la costumbre reinante en esta población de recoger en las casas las barreduras de las calles, para amontonarlas formando estercoleros en los corrales. Sería preferible que se obligase a los vecinos a barrer temprano las calles y a una hora determinada tener las barreduras, tanto de éstas como del interior de la casa a la puerta, para ser recogidas por Agentes del Municipio y trasportarlas en carros apropiados a distancia de la población. Sería plausible también que se hiciera desaparecer, mediante prudentes medidas represivas, la mala costumbre de sacudir las ropas en la vía pública, que además de ser poco culta, puede constituir un medio de contagio de algunas enfermedades.

La limpieza de las letrinas a horas indiferentes del día no solo molesta al vecindario, sino que también difunde por todos los ámbitos de la población gérmenes patógenos que infeccionan la economía. La higiene agradecería mucho a las Autoridades competentes que se obligara a los vecinos a que se hiciera la extracción de dichas materias a primeras horas de la mañana.

Desde remoto tiempo se consiente a los labradores acopiar abonos y amontonarlos en sitios colindantes con las casas de los arrabales. La higiene no transige con estas condescendencias municipales, que pueden contribuir al desarrollo de efectos infectivos y aconseja que sean trasladados tales estercoleros a puntos distantes de la viviendas, donde no molesten el olfato ni perjudiquen la preciada joya de la salud pública.

Constituye también una causa sobresaliente de insalubridad el hacinamiento en que vive la clase obrera, pues es muy frecuente observar tanto en la población como en los arrabales casas reducidas y miserables, capaces apenas para una familia, habitadas por dos, tres o más vecinos.

Al Norte del arrabal de Rectivía existe una laguna, llamada Cagaya, inmediata al depósito de aguas potables, y la cual se seca en el Estío, quedando el fondo al descubierto y constituyendo, por lo tanto, manantial fecundo de miasmas en la expresada estación y en la del Otoño. Los preceptos más elementales de higiene aconsejan al Excelentísimo Ayuntamiento que se ciegue o de corriente a las aguas estancadas.

El barrio de Sta. Clara asienta sobre una pradera pantanosa, donde se filtran las aguas de las elevaciones inmediatas, del reguero llamado de «Las Monjas» y las procedentes del cauce del río Gerga.

Al traspasar este río el puente sobre la carretera general, da una pequeña arteria hacia la izquierda, de donde se origina otra laguna que sirve para regar algunas fincas inmediatas y que deja ver al descubierto su fondo de légamo en las estaciones calurosas, durante las cuales forzosamente han de brotar a granel veneros telúricos, dando triste fe morbosa de ello los habitantes del citado barrio y las Religiosas del Convento de Sta. Clara, que sufren frecuentes ataques de infección palúdica. Rectificar el cauce del río y arenar convenientemente el terreno demandan las víctimas al Ayuntamiento, en nombre y representación de la sana profilapsis.

30-05-1899. Heraldo Astorgano, número 43. La higiene en Astorga. (continuación)

No constituyen menos que las causas anteriores a alterar la salud pública los llamados pozos negros. ¡Cuan negros son en verdad esa especie de cajas de rapé microbiano, que empezando por atentar contra la mucosa sucideriana, concluyen por envenenar la sangre, pudriendo nuestros humores, deprimiendo el sistema nervioso, trastornando nuestro sensorio y dando así lugar al sombrío cuadro de la llamada fiebre tifoidea.

Pues bien; existen en esta culta Ciudad algunos antiguos y otros de reciente construcción. Nunca protestaremos bastante, en nombre de los sagrados intereses que la higiene pública defiende, contra esas condescendencias del Municipio, que tanto redundan en perjuicio de la salud pública, y creemos que es un deber de conciencia para los Sres. Concejales acordar la inmediata desaparición de semejantes focos de insalubridad.

En consonancia con las causas de insalubridad de esta población y sumariamente expuestas, tenemos como enfermedades más frecuentes las afecciones del aparato respiratorio, desde el simple catarro hasta la terrible pulmonía y la implacable tisis; el reumatismo en todas sus formas y variedades con sus secuelas, y las lesiones orgánicas del corazón, de frecuencia aterradora en esta localidad.

Entre las enfermedades infecciosas sobresale la fiebre tifoidea, que esporádicamente no escasea en este país, dándose también bastantes casos de erisipela facial.

La mortalidad es por término medio de 181 defunciones al año. Creemos que esta cifra pudiera aminorarse, haciendo grandes plantaciones de arbolado en las inmediaciones y avenidas de la Ciudad que contribuirían a templar algo el rigor del clima, y removiendo las causas morbosas que hemos apuntando anteriormente, sobre todo construyendo un alcantarillado, utilizando al efecto el romano existente y dotando a la población de mayor caudal de aguas para el arrastre de inmundicias por las alcantarillas. Sería también de gran utilidad higiénica construir barriadas de casas sanas y baratas para la clase jornalera, que como hemos dicho anteriormente, vive respirando una atmósfera insana, materialmente envenenada por efecto del hacinamiento.

Después de hacer el Sr. Franco un estudio detallado de las epidemias habidas en esta población durante el quinquenio anterior al año en que redactó la memoria, da una idea general de los siguientes particulares.

Escuelas. Existen varias en la población, pero solo nos ocuparemos de las Municipales y de otra dirigida por Hermanas de la Caridad. Aquellas se hallan situadas en la plaza de San Francisco, en un mismo edificio, con departamentos separados para niños y niñas y con habitaciones particulares para los Maestros. Cumplen las citadas escuelas regularmente con los preceptos ordenados por la higiene, en cuanto a emplazamiento, aislamiento, ventilación y luces; únicamente son escasas de capacidad cúbica, con relación al número de niños que asisten de ordinario a ellas.3 En cuanto a la de las Hermanas de la Caridad, no dejan nada que desear en materia de condiciones higiénicas.

Seminario. Establecimiento aislado, completamente ventilado y con capacidad cúbica suficiente para el número de internos que buenamente puede tener y admitir. Las reformas interiores últimamente efectuadas, que convierten cada una de sus normales celdas en dos, con objeto de obligar al internado durante dos años a todos los alumnos, antes de recibir las órdenes, resultan sumamente antihigiénicas, porque conducen al hacinamiento con todas sus desastrosas consecuencias.

En la actualidad desembocan en una alcantarilla abierta que sale por debajo de la muralla Sur las materias fecales, en dirección a la carretera general, difundiendo hedor y microbios por calles y paseos públicos. Claro está que esto constituye un atentado contra el sentido del olfato y salud del vecindario. El Excmo. Ayuntamiento debe obligar a cegar la alcantarilla y construir en el fondo de los retretes un depósito ad hoc (ya que no hay ni caudal de agua suficiente ni alcantarillado) para recoger las deyecciones, cuyo depósito debe limpiarse tres o cuatro veces al año en época de vacaciones y a altas horas de la noche, cuando los habitantes están entregados al descanso y cerradas las puertas de las habitaciones.4

Mercados. Los vendedores de hortalizas, frutas, aves, pescados, huevos, etc. expenden sus mercancías en las tres principales plazas del pueblo, al aire libre, sufriendo los rigores de la intemperie, con perjuicio de la salud de los expendedores y compradores y detrimento de las mercancías, que siempre desmerecen algo en sus cualidades nutritivas por la acción de las lluvias y del Sol.

Un mercado cubierto es de necesidad y bien merece la pena que el Ayuntamiento fije su atención en este punto.5

06-06-1899. Heraldo Astorgano, número 45. La higiene en Astorga. (conclusión)

Son numerosos los obreros en relación a la población.

El jornal que ganan es exiguo; ocho, diez y doce reales diarios en verano y mucho menos en invierno, si es que no carecen totalmente de él. Claro está que la alimentación tiene que ser forzosamente deficiente en cantidad o calidad, o en ambas cosas a la vez. Las viviendas son pésimas, sino en sí, por el hacinamiento a que les obligan a vivir sus escasos recursos, como hemos manifestado al hablar del hacinamiento en concepto de causa morbosa.

Abastecimiento de Aguas.- En la actualidad está surtida la población de magnífica agua potable, que viene en cañería desde el inmediato pueblo de Fontoria. Solo en época de prolongada sequía, escasea algo, pero esto puede remediarse, porque haciendo las obras necesarias de alumbramiento se puede aumentar mucho el caudal, y sería digno de aplauso el Ayuntamiento, que emprendiera esta reforma.

Desagüe y alcantarillado.- Es indispensable buscar medios adecuados para la expulsión de los residuos de la vida orgánica colectiva, a fin de evitar que se infeccionen el aire que se respira, el agua que se bebe y el terreno que se pisa, y que se conviertan estos indispensables factores de vida en causas poderosas de enfermedades infecciosas. Teniendo, como en efecto posee Astorga, un magnífico alcantarillado romano, que representa un verdadero tesoro, no se concibe como no se han efectuado las obras necesarias para ponerlo en condiciones de ser utilizado.

Servicio general y gratuito de vacunación.- Laboratorios bacteriológicos.

No existe un servicio de vacunación propiamente dicho. Hasta ahora la vacunación se ha hecho de brazo a brazo, generalmente por los ministrantes, unas veces bajo la dirección de los facultativos del pueblo y otras por su cuenta y riesgo. Solamente en la epidemia de 1888 se vacunó directamente de la ternera por iniciativa municipal y provincial. Creo de necesidad que el Ayuntamiento facilite linfa, vacuna y ternera, por lo menos una vez al año (en Abril o Mayo) a los Titulares, para que éstos procedan a las vacunaciones y revacunaciones.

Laboratorio bacteriológico no existe.

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1 Martín Martínez Martínez. Bio-bibliografia de Autores Astorganos. Centro de Estudios Astorganos “Marcelo Macías” Astorga. 2007, página 117.

2 Alberto Aguilera Velasco, Ministro de la Gobernación, del 12 de marzo a 4 de noviembre de 1894, en un gobierno presidido por Sagasta.

3 Con fecha posterior a la redacción de esta memoria ha sido instalado en el patio de la Escuela de niños un invernadero o estufa para conservar las flores durante el invierno, y no muy lejos de aquel se ha construido un kiosco de necesidad, cuyos lugares están despidiendo constantemente, y en especial en las estaciones calurosas, efluvios que absorben los niños y niñas que concurren a las citadas escuelas. Esto, además de ser antihigiénico, pugna con los requisitos pedagógicos que debe reunir un edificio destinado a Escuela.
Esperamos, pues, que el Municipio hará desaparecer cuanto antes tales focos de infección, puesto que así lo reclaman la salud pública y también la moral. (N. de la R.)

4 Indudablemente es de urgente necesidad que el municipio, si algún valor para él tiene la salud pública, se preocupe de la trascendental denuncia que se hace en el párrafo trascrito. Uno y otro día hemos venido oyendo quejas en el mismo sentido, y esperábamos solamente esta ocasión para hacerlas llegar a los encargados de velar por la higiene. No queremos encarecer la gravedad que encierran las palabras del Sr. Franco, pues son éstas bastante claras para que cualquiera las comprenda; pero esto no obsta para que recomendemos eficazmente al Ayuntamiento que ponga en práctica los medios de que dispone a fin de que desaparezca en el más breve plazo dicho foco de insalubridad, haciendo también extensivas las medidas a otros parecidos que existen en la muralla de San Francisco y bajada de Postigo. (N. de la R.)

5 Sabemos que un fabricante de Bilbao ha propuesto al Ayuntamiento, y en condiciones ventajosas para éste, la construcción de un mercado cubierto. Ignoramos los motivos que ha tenido el Municipio para rechazar tal proposición. (N. de la R.)