En el Pleno de 7 de junio de 2011, último de la legislatura, se despidó como Alcalde de Astorga D. Juan José Alonso Perandones. En el mismo, visiblemente emocionado, lo que le obligó a realizar más de una prolongada pausa, pronunció el siguiente discurso:
Estimados compañeros y compañeras de Corporación: Se cierra para mí este sábado una larga etapa dedicada a este ayuntamiento. Desde 1983, en que por primera vez concurrí a las elecciones municipales, hasta hoy en día, han sido muy variadas las circunstancias por las que he atravesado; bien con mayorías simples o mayorías absolutas, con gobiernos mayoritarios, u otros en coalición o en minoría, mi objetivo siempre ha sido el mantener un pulso constante por la ciudad. En este ingente trabajo siempre he contado con la total entrega de mis compañeros, con su amistad, con su comprensión ante mi falta de consideración, pues, aunque involuntariamente, también en ocasiones la ha habido; he sentido en numerosas ocasiones cómo ellos han hecho un gran trabajo, cómo han amparado y difundido la imagen del alcalde, a costa a veces de su propia imagen; y cómo se han ido para sus casas sin el menor reconocimiento, después de dedicar a la ciudadanía, de forma generosa, unos años de plenitud. Nada hubiera sido posible sin ellos. No quiero dejar de mencionar al que fuera alcalde de la ciudad, Recaredo Bautista, y a Daniel Gallego y a Pablo de las Heras, pues con ellos iniciamos, con pasión, la que sería una dilatada gestión municipal; y en otras épocas a Fernando Barriales (que facilitó nuestra continuidad en el gobierno), a Eugenio López y a Enrique Soto (con quien hemos compartido con lealtad una importante gestión en esta última legislatura). Mi respeto y consideración, asimismo, para cuantos concejales han constituido la oposición municipal, y de manera especial para todos aquellos, la gran mayoría, que han sabido que se puede colaborar con la ciudad y que es posible el mantener las buenas formas sin renunciar a la crítica ni a la presentación de alternativas. Como ejemplo de esa colaboración recuerdo con afecto al abogado César Crespo, y, por elegir un hecho, las jornadas napoleónicas impulsadas por el profesor Arsenio García.
He de deciros que para mí han sido tan importantes mis cuatro años, escasos, como primer teniente de alcalde, como los 22 en los que he detentado la responsabilidad de la alcaldía. A partir de 1983 impulsamos un nuevo concepto de ciudad, que se ha ido manteniendo a través de dos largas décadas con la abrupta interrupción del bienio 1987 / 1989. En verdad que esta es otra ciudad, y que pocos espacios quedan que no hayan sido remodelados, o que no cuenten con un caserío nuevo o salvaguardado; de igual manera se puede apreciar en los pueblos del municipio. Esta propia Casa Consistorial, que tuvimos que abandonar por el franco deterioro en que se hallaba, es una muestra de recuperación patrimonial y de funcionalidad. Era aquella Astorga de 1983 un municipio aún a medio urbanizar, con unos problemas endémicos en el abastecimiento de agua, sin suelo industrial, carente de edificios públicos, con tramos de las murallas y de la plaza de toros derruidos, sin apenas patrimonio municipal, con escasísimos parques y jardines, sin zonas deportivas, con escasas viviendas sociales..., con los principales accesos y arterias en un estado tercermundista. Satisfactorio es el poder decir que en algunas de las anteriores actuaciones ha estado implicado el sector comercial e industrial de la ciudad; como en el patrimonial y turístico, la iglesia local.
Redistribuir los recursos económicos municipales en pro de servicios o prestaciones que beneficien a gran parte de la ciudadanía ha sido uno de mis grandes objetivos. Así como poner orden en el desarrollo urbanístico de la ciudad, aunque no todas promociones, pese a su legalidad, hayan supuesto un acierto. Y aprovechar su historia como seña de identidad y recurso turístico: la potenciación de sus caminos históricos, el patrimonio arquitectónico y arqueológico romanos, los nuevos museos municipales, la adquisición de edificios singulares… Con el hermanamiento y acciones comunes con ciudades de España y de Europa hemos procurado situar a Astorga en el marco europeo que le corresponde por su historia. El crecimiento asociativo ha sido el fermento de una nueva relación social en el ámbito de la ciudad, que ha propiciado, entre otros beneficios, la creación de centros asistenciales municipales para enfermos con padecimientos crónicos; importante ha sido su labor, asimismo, en la creación de una imagen atractiva y festiva de la ciudad, y en una primacía jacobea. Al final hemos conseguido una nueva concepción en el uso de los espacios públicos, con los ejes peatonal y monumental, de suerte que la calle o la plaza ya no son un espacio agresivo, sino de disfrute y de relación cívica. Esta plaza de España es hoy un gran foro de convivencia en todas las estaciones del año.
Astorga es una ciudad de instituciones; dos de ellas, la Iglesia y el Regimiento, son componentes esenciales en su historia, en su presente y futuro. Mantener la estrecha colaboración con ellas, salvaguardando siempre la propia autonomía municipal, ha sido y ha de ser una constante en la relación institucional. La urbanidad, la cultura y la espiritualidad, son las bases en las que se asienta el carácter cívico y cosmopolita de Astorga. La formación de los jóvenes ha sido una dedicación para mí esencial: los nuevos centros docentes conseguidos para la ciudad, Conservatorio, Escuela de Idiomas, etc., han supuesto nuevas alternativas en el futuro de unos cuantos astorganos; así como la preocupación formativa en el ámbito profesional, con las Casas de Oficio, Escuelas Taller, y los Talleres de Empleo. Por otra parte, en estos años hemos tributado homenajes y reconocido a una saga de ilustres astorganos con proyección cultural universal; gran orfandad cultural nos ha quedado con su desaparición. Otros centros educativos han sido también creados para personas mayores.
Uno de nuestros lemas ha sido “Astorga viva”. Creo sinceramente que, cuando con la perspectiva del tiempo, se asiente un juicio imparcial sobre lo acontecido en nuestra ciudad durante nuestros gobiernos, tanto en el ámbito de las infraestructuras y de su patrimonio, de la originalidad festiva, de la vida interna y de su proyección hacia el exterior, se podrá concluir que un grupo de astorganos, que disfrutaron del mayor honor, el voto mayoritario de sus conciudadanos, pusieron todo su empeño en hacerlo realidad. Benéfica es la democracia instaurada, pues gracias a ella nuestra ciudad y otras han progresado como en pocos momentos de su historia.
Son estos momentos difíciles dada la situación económica por la que atraviesa nuestra nación y otras naciones. Mas todo se superará si en la próxima Corporación se aprovecha la valía, la formación y conocimiento de cuantos ediles pretendan el bien de la ciudad. Cuenta la sociedad PÍA en estos momentos con 159.155 m2 urbanizados de suelo industrial, a la espera de una mejor situación económica. A la próxima apertura del Centro de Especialidades, propiedad de la Junta, se suman las importantes inversiones en ejecución, relativas a cuatro edificios públicos, a los que se ha de añadir la segura realización por parte del Gobierno de la primera fase del Lyda, el Teatro Gullón, y con toda probabilidad una segunda fase en los presupuestos estatales de 2012 para la zona de la Biblioteca. La más que probable próxima declaración de Interés Turístico Nacional para nuestra Semana Santa, y Regional para Astures y Romanos, el nuevo plan general de ordenación urbana, la ampliación del polígono industrial, el reto de un mayor aprovechamiento turístico…, son todas ellas metas que están ahí al alcance de la mano y que, junto a otros empeños, han de hacer fructífera la próxima legislatura.
Todo en suma, deseo insistir en ello, es obra de esos astorganos que con sus votos nos han permitido el gran honor de trabajar por la ciudad; a ellos nuestra profunda gratitud; nuestro respeto, asimismo, para cuantos optaron por otras siglas políticas. He procurado cumplir fielmente la palabra en su día empeñada. Y he sentido el afecto de muchos astorganos, asociaciones e instituciones, que cuando de mí han hablado no han dicho “el alcalde” sino “nuestro alcalde”. He sentido el arropamiento en el quehacer municipal de muchos ciudadanos y de importantes colectivos; suyo es gran parte del trabajo que se ha realizado, suya la vida festiva, cultural, social, que hemos compartido. Me llevo conmigo, como una muestra de cariño inmerecido, el homenaje, para mí tan emotivamente imprevisto, que me tributaron el cinco de abril, en presencia de mi familia y en este noble salón, cuantos en esta casa trabajan, el personal funcionario y laboral; si mi afecto es igual para todos, he de reconocer a cuantos he tenido cercanos durante tantos años en este noble edificio, disfrutando de su confianza plena, pidiéndoles a veces casi un imposible; no olvidaré cuando en 1989 accedí a la alcaldía al personal de esta casa, casi todos con la categoría entonces de auxiliar, no olvidaré su entrega a cometidos superiores a los que les correspondían, su competencia, su capacidad para solventar la tramitación y gestión económica de importantes obras públicas. Gela, mi secretaria personal, ha sido fundamental para mi trabajo, siempre atenta con quien se ha acercado a la alcaldía, siempre pendiente de que se reconozca la labor del alcalde y la dignidad del cargo que ostenta. No olvidaré la plena disposición de la policía local, del área de obras y de otros servicios, que siempre han respondido ante los cometidos asignados, incluso en momentos excepcionales; y de los responsables del área urbanística (tan incomprendida), pero que han sido fundamentales en el nuevo diseño de la ciudad y en poner a salvo nuestra responsabilidad en el cumplimiento de la legalidad.
Y, para terminar, permitidme recordar a otro alcalde que en momentos en los que la Nación se hallaba en un enfrentamiento incivil, supo estar a la altura de las circunstancias y salvaguardar a Astorga de una tragedia; una demostración más de su querencia por la ciudad y por todos los astorganos. Miguel Carro Verdejo llevaba la ciudad como yo la llevo, en el alma. Desearía hacerme merecedor de haber sabido fructificar la semilla por él sembrada.
A la Corporación y a la Ciudad mi más profundo agradecimiento.