Sentido, emocionado y multitudinario adiós. Astorga despidió ayer a su cronista, Martín Martínez, «su defensor inquebrantable; un guerrillero urbano de la palabra», como lo definió en nombre de sus compañeros de profesión, el periodista Enrique Ramos, que junto al ex alcalde, Juan José Alonso Perandones, elevaron la voz para desear descanso al padre del ‘Querido hermano’, como siempre encabezaba su columna de opinión que durante años publicó en el Diario de León, retazos de la zona que ahora quedan huérfanos. «Carta te escribimos Martín», comenzó despidiéndose Perandones, como el título de la misma columna, «para tí hemos cogido la pluma esta tarde», continuó el profesor, que aseguró que «no te has ido del todo, nos queda tu fecunda palabra».
El cronista, que recibió el nombramiento en el 2006, despertó durante décadas a los oyentes de Radio Popular. Escritor, periodista y devoto entusiasta de la Virgen del Castro, talla que ayer presidió su funeral en la Catedral. «El hecho de que Ella esté aquí te hace sonreír», destacó al inicio de la misa, oficiada por el obispo Camilo Lorenzo, la hija del cronista, Jimena Martínez Quintana, que recorrió las vivencias de su padre por las calles de la ciudad, que «le vio crecer y madurar. Tenías el don de saber transmitir tu amor por Astorga, donde fuiste feliz», aseguró.
Martín Martínez falleció el jueves a los 74 años a consecuencia de un cáncer de pulmón. Natural de Estébanez de la Calzada, desde niño la bimilenaria Astorga le cautivó. La ciudad le devolvió, ayer, tanto cariño. Cientos de ciudadanos se acercaron hasta la capilla ardiente instalada en el Ayuntamiento y otros tantos se sumaron al último adiós en el templo. Autoridades civiles, militares y eclesiásticas, el presidente de la Diputación, Marcos Martínez Barazón, el delegado de la Junta, Guillermo García, personalidades de la cultura, vecinos y muchos amigos se sumaron a la despedida de un hombre que «sabía que no podemos perder de vista lo que fuimos para tener claro lo que queremos ser», destacó Ramos en el camposanto.
Dos maceros escoltaron al cronista y la banda y la coral Excelsior pusieron los acordes de la despedida. Miembros de la corporación portaron en hombros al fallecido en la catedral, y sus familiares lo hicieron a las puertas del cementerio. Arropado por la bandera de Astorga, la ciudad, emocionada, despidió al que durante décadas fue el «patriarca generoso, el guardaespaldas intelectual y moral», subrayó Enrique Ramos.