El mosaico apareció en
Mesopotomia
en el 2500 aC en forma de decoraciones de muro y en las columnas adosadas del templo de
Uruk
(Warka), cuya ornamentación está compuesta por piezas de arcilla polícroma.
En la antigua China, se realizaban sencillos dibujos con guijarros. En Banpo, un enterramiento particularmente interesante es el de un hombre viejo, flanqueado por grandes mosaicos de un tigre y un dragón hechos con conchas de moluscos de río, primeras imágenes de estos dos animales altamente simbólicos en la cultura china.
Los
aztecas
se sirvieron del mosaico para cubrir objetos ceremoniales con piedras preciosas.
En
Grecia
se practicó la técnica del mosaico desde el s. IV aC.
(Olinto).
Generalmente, los pavimentos estaban decorados con un cuadro central o emblema; la gama
de colores era poco variada, y la composición repetía motivos de la pintura y de la
cerámica coetáneas. En el período helenístico descuellan los ricos mosaicos de las casas de
Delos.
El mosaico fue introducido en Roma en el s. II aC., y en el resto del
mundo romano,
después del mandato de Augusto. Al generalizarse, este sistema de pavimentación perdió
su carácter lujoso y exótico, para convertirse en técnica utilitaria. Apenas se conocen
ejemplos del mosaico mural, que apareció en el último siglo de la República y sirvió para
decorar las grutas artificiales construidas en los jardines.
La iglesia cristiana se convirtió en uno de los principales mecenas del mosaico.
Obras maestras bizantinas
son las decoraciones de los santuarios de
Rávena
(mausoleo de Gala Placidia, basílica de San Apollinare,
iglesia de San Vitale)
y de la iglesia de
Santa Sofía de Constantinopla
(s. VI), en donde generalmente aparece, en el centro de cada bóveda del nártex, el
crismón sobre un fondo de oro, y, en los lunetos, salvo el central, una gran cruz ancorada.
La edad de oro del mosaico mural se sitúa entre los ss. X y XII, período en que la
técnica se hizo mas precisa, el colorido más armónico y el estilo más escueto. El
Pantocrátor
aparece en el centro de la cúpula, rodeado por los profetas o los apóstoles; la
Theotokos (la Virgen) ofrece el sacrificio; en los muros del coro están representados
los sacerdotes hebreos y los padres de la Iglesia.
En el s. XIV, el estilo se renueva; ello se advierte especialmente en la dignidad
y nobleza de las figuras, el naturalismo de las actitudes y la sustitución del fondo
de oro por verdaderos paisajes. Una de las obras maestras de este período es el conjunto
de la iglesia de
San Salvador en Chora
(Kariye Camii ) de Estambul. Los mosaicos que aparecen en los monumentos árabes más
antiguos son obra de artistas bizantinos.
Aunque en la baja edad media la técnica musivaria cayó en desuso, ésta siguió
practicándose en Venecia y en Sicilia. Andrea Taffi se distinguió en la decoración de
la basílica de San Marcos, y artistas de su escuela fueron llamados
a Roma por el papa Clemente VIII para el revestimiento de las
cúpulas de San Pedro.
Los mosaístas del renacimiento se limitaron a reproducir pinturas; tal es el caso de
Ghirlandaio.
A principios del siglo XX los mosaicos recuperaron su popularidad, fruto de un creciente
interés por las artes decorativas. El
Art Nouveau
utilizó los mosaicos como forma elevada de decoración y tanto artistas como arquitectos
los integraron en sus obras. El arquitecto catalán
Antonio Gaudí
cubrió edificios de mosaico y el admirado
parque Güell,
mostrando el camino a muchos otros mosaístas.