Revista Excelsior n.º 115, mayo 1991
En el pasado número hablamos de la fundación de Boisán como de origen romano. Hoy vamos a referirnos a sus antecedentes históricos. Boisán se halla enclavado en la región de los celtas astures. Se sabe que los celtas primitivos irrumpieron en España procedentes de Oriente, trayendo con ellos la metalurgia del hierro. Pero una vieja tradición transmitida por los romanos, recogida por los visigodos y continuada después por los árabes, asegura que los primeros habitantes de España después del diluvio fueron los tubalitas, hermanos de Atlante, hijo de la oceánica Climea, del cual procede el nombre de las montañas del Atlas, el de la Atlántida y el Océano Atlántico. Salazar y Mendoza en su “Monarquía de España, da cuenta de que los Astures fueron los antiguos Astirios. Según Alfonso Carballo, después de la caída de Troya, a través de Norte de Africa, pasaron a Francia, donde fundaron Marsella, y uniéndose a gentes celtas llegaron a España, estableciéndose en la región Bética, desde donde, parte de ellos, a través de Lusitania, subieron hasta Galicia, cruzaron el Bierzo y descendiendo por el Puerto de Foncebadón se detuvieron más abajo, sobre nuestras tierras, donde fundaron la ciudad de Astorga, de acuerdo con gentes más antiguas que encontraron aquí y poseían esta tierra desde los tiempos del patriarca Túbal, nombre bíblico que etimológicamente significa “herrero”.
Llegamos con esto a la invasión propiamente dicha de los celtas Astures, entre los que quedó incluido el campo de Boisán y toda la Valduerna, término que significa “Valle del Ornia”. Ornia era el nombre primitivo del río que recorría la región de los Orniacos, tribu astur que se extendía desde estas tierras hasta el Barco de Valdeorras, teniendo por vecinos a los Cabruagénigos de Cabrera y a los Amacos de Astorga. Ornia se llamaba también a la fuente donde dicho río nace, y hubo dos ciudades de este nombre: Ornia y Orniola. Se ignora la localización de la primera, pero Orniola, diminutivo de Ornia, debió estar sobre el de Santiago Millas de Arriba, en el que aún se ven restos de muralla. Existen documentos donde se afirma que Orniola estaba mas acá de Destriana, en dirección hacia Astorga. Del compuesto “Valdornia”, que quiere decir “Valle del Ornia”, derivó el actual Valduerna (Valle del Duerna). El paso de Ornia a Duerna se debe a la consagración del río al dios Aerno, en latín “deus Aerno”, de donde derivó Duerna.
No obstante lo dicho, hay cierta posibilidad de descubrir el lugar de asentamiento de la desaparecida ciudad de Ornia si acudimos a la tiponimia local. Esta nos lleva a términos de Boisán, donde existe un paraje denominado “Valdecillo”. “Valde” es la forma contracta de “valide”, voz latina que, según Tito Livio, se aplicaba a las ciudades fortificadas. “Illo” es la forma arcaica de “ille”, adverbio latino que significa allí, en aquella parte o lugar donde existe tal cosa. En el caso que nos ocupa sería “lugar donde existe una ciudad fortificada”, que con toda probabilidad era la ciudad de Orniola. La probabilidad se refuerza considerablemente si tenemos en cuenta que “Valdedillo” no puede referirse a “valle”, como también pudiera parecer, ya que, por el contrario, es un paraje de altura situado precisamente entre el Arroyo de Valdeprado y el Arroyo de la Debesa.
Un hecho poco sabido fue la visita que Plinio Segundo Cayo, conocido por Plinio el Viejo, hizo a estas tierras de Boisán, Valduerna y Cabrera, entre los años 68 y 72, dirigiendo la prospección de metales, tan abundantes entonces en la región. Lo acredita una carta escrita por él mismo, en la que Plinio da cuenta a Galba de cómo “Después de tres meses de trabajo, con los 15.000 esclavos que me entregaste, tengo la satisfacción de comunicarte que hemos hallado abundancia del preciado metal, hermoso como las azucenas”. Esta bella metáfora hace alusión a los dos metales nobles oro y plata que con frecuencia aparecen asociados en los mismos yacimientos. El amarillo del oro y la blancura de la plata semejan la asociación de la blancura de los pétalos de la azucena con el polen amarillo de sus destacadas anteras.
Otro día continuaremos con más datos históricos sobre Boisán. Por ahora vamos a concluir este artículo mediante la inclusión de un inciso en relación con las actividades proyectadas por la parroquia de Rectivía. Se trata de aclarar el significado del topónimo “EL BORRAZAL”, en términos de Boisán. Esta denominación es la forma adulterada de un primitivo “BORRAJAL”, que significa “lugar donde abunda la borraja”. Se aplicó en la Edad Media por existir allí plantas de esta especie. Su nombre científico es “borrago officinales”. Las borrajas son hierbas anuales, que florecen en mayo y junio. Crecen espontáneamente en casi todos los terrenos. Las hojas y tallos jóvenes, cocidas, se pueden comer en ensalada, pero han de ser recogidas antes que la planta florezca. Las borrajas fueron en tiempos medievales muy empleadas en medicina como atemperantes y diuréticas, es decir, moderadores de la actividad circulatoria y con virtud para facilitar la orina. Entran en las especies cordiales, que tienen virtud para confortar y fortalecer el corazón, y se emplean en la fabricación del jarabe zarzaparrilla compuesto. Del zumo extraído de las plantas jóvenes preparaban los ingleses una bebida refrescante. Las abejas buscan con avidez la flor de borraja, cuyo néctar comunica a la miel un sabor particularmente agradable.
Antonio Justel Carracedo