La Iglesia, a la que todos estamos llamados en Cristo Jesús y en la cual conseguimos la santidad por la gracia de Dios, no alcanzará su consumada plenitud sino en la gloria celeste. (L.G.48).

Toda la visión temática de lo representado converge y se completa en estos dos lugares, en la parte superior frontal y en la alfombra musiva de la solería del piso de entrada a la puerta principal. La misma puerta flanqueada por las figuras de Cristo y María se convierte en parte significativa del conjunto, en cuanto que por ella entra realmente la asamblea concreta de los creyentes para celebrar el Día del Señor con la Eucaristía. La alfombra de la solería les recuerdan qué hacen, real y concretamente, cuando entran en el templo. El espacio central superior, les anuncia a donde les conducirá la celebración terrenal de lo que viven y celebran aquí, en el templo.