En el tramo superior, por encima de la puerta lateral y de las figuras ya explicadas, se colocan tres tondos rodeados por un cordón, con los títulos que he creído más significativos, de los que la constitución Lumen Gentium da a la Iglesia.

Foto Agapito Arce

Esposa del Cordero.

Título que aparece repetitivamente en el documento conciliar, para designar la relación de Cristo con su Iglesia.

La Iglesia, llamada “Jerusalén de arriba” y “madre nuestra”, es también descrita como esposa inmaculada del Cordero inmaculado, a la que Cristo “amó y se entregó para santificarla” -Ef.5,25-26-, la unió consigo en pacto indisoluble e incesantemente la “alimenta y cuida” .Ef.5,24-; a ella, libre de toda mancha, la quiso unida a sí y sumisa por el amor y la fidelidad. (L.G.6).

Madre y Maestra.

Se califica en la Lumen Gentium a la Iglesia como madre nuestra, pero la literalidad de este título lo tomamos del Papa Juan XXIII en recuerdo de que fue él, el propulsor y el que convocó el Concilio Vaticano II.

Madre y Maestra de pueblos, la Iglesia católica fue fundada como tal por Jesucristo para que, en el transcurso de los siglos, encontraran su salvación, con la plenitud de una vida más excelente, todos cuantos habían de entrar en el seno de aquélla y recibir su abrazo. A esta Iglesia, columna y fundamento de la verdad, confió su divino Fundador una noble misión, la de engendrar hijos para sí y la de educarlos y dirigirlos, velando con maternal solicitud por la vida de los individuos y de los pueblos. (Mater et Magistra. nº 1).

Este tondo con las dos inscripciones se sitúa por encima de al representación de la familia.

Pueblo de Dios.

Foto Agapito ArceEs este el título con que el documento conciliar califica a la Iglesia; se le dedica el capítulo segundo de la constitución Lumen Gentium.

Todos los hombres están llamados a formar parte del nuevo Pueblo de Dios. Por lo cual, este pueblo, sin dejar de ser uno y único, debe extenderse a todo el mundo y en todos los tiempos, para así cumplir el designio de la voluntad de Dios ... Para esto envió Dios a su Hijo, a quien constituyó en heredero de todo, para que sea Maestro, Rey y Sacerdote de todos, Cabeza del pueblo nuevo y universal de los hijos de Dios. (L.G.13).

Este tondo con la inscripción se sitúa por encima de la puerta lateral de entrada al templo.

Cuerpo de Cristo.

Este título paulino, tiene también bastante importancia en el documento conciliar, y aunque se repite en varias partes del documento, tiene lugar propio en el número siete del primer capítulo de la Constitución conciliar.

El Hijo de Dios, en la naturaleza humana unida a sí, redimió al hombre, venciendo la muerte con su muerte y resurrección, y lo transformó en una nueva criatura. Y a sus hermanos, congregados de entre todos los pueblos, los constituyó místicamente su cuerpo, comunicándoles su espíritu.

En ese cuerpo, la vida de Cristo se comunica a los creyentes, quienes están unidos a Cristo paciente y glorioso por los sacramentos. (L.G.7).

Este tondo con la inscripción se sitúa por encima de la figura alegórica de la Iglesia.


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